A principios de este año terminé un diario que comencé a escribir el 7 de abril de 2021. Casi tres años. Ni que decir tiene que no soy la misma que compró el cuaderno que puedes ver en la foto, donde aparece una cartografía de los Países Bajos y las islas británicas, lo que me llevó a escogerlo por encima de otros.
Los mapas siempre me han parecido mágicos: me fascina cómo nuestros antepasados podían guiarse sólo por las estrellas y cómo llegaron a poder dibujar en un papel el relieve costero, cómo medían la altura de las montañas, la longitud de los ríos o la profundidad de los mares y océanos.
Lo cierto es que sabemos sólo una parte de la vida que llevaban nuestros antepasados, bien a través de los restos arqueológicos o las evidencias que quedan en el papel. Si retrocedemos en el tiempo, tendemos a creer que gran parte de lo que ocurrió entonces es rudimentario, con cierto aire misterioso, pero con esa obsolescencia que nos hace desdeñar lo antiguo. Aunque hoy parece que todo lo que tiene más de 5 años es "viejo".
Este mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso y nos hemos acostumbrado a la rapidez sin siquiera cuestionarnos cuáles de esos cambios son positivos y nos aportan a nivel colectivo. Cada vez tengo más claro que somos grandes ignorantes, ciudadanos egocéntricos de una sociedad tan tecnológicamente "avanzada" que ha olvidado su lado humano. Y es que si hablamos de tecnología, aún hay objetos de la antigüedad que nos sorprenden por su gran ingeniería y conocimiento del mundo que les rodeaba.
Pongamos como ejemplo el Mecanismo de Anticitera (de la ciudad griega Antikythera), una suerte de aparato con información acerca de los movimientos planetarios del sistema solar, eclipses, meses y signos del zodíaco. Se dice que es tan adelantado a su época que aún los ingenieros e historiadores están asombrados y tratan de comprender su funcionamiento. Si no has oído nunca hablar de él, te dejo aquí un enlace para que leas un poco al respecto.

Cuando leo estas historias, es como si me colara por un huequito por el que no había mirado antes, me siento como el refresco que se desborda después de agitarse. ¡Infinidad de opciones posibles, momentos y lugares donde buscar con un sinfín de huecos en blanco! ¿Cuánto quedará aún por conocer? Es alucinante y se puede aprender tanto de la historia que resulta triste cómo olvidamos lo pasado porque pensamos que lo mejor siempre está por venir y nos aburrimos de todo y de todos con facilidad.
Me pregunto, ¿seríamos nosotros capaces de crear este artefacto sin la asistencia de un ordenador, ni calculadora ni de la IA? ¿Sólo gracias a los cálculos matemáticos y usando nuestro cerebro y conocimiento del mundo, del cielo y de los materiales a nuestro alcance? Lo más probable es que nos resultara bastante difícil, si no prácticamente imposible.
No quiero decir que cualquier tiempo pasado fuera mejor; cada momento de la historia tiene sus luces y sus sombras, pero siento que tenemos una obligación con aquellos que caminaron esta tierra dejando su anónima huella. La responsabilidad de reconocerles como parte de un pasado que nos ha llevado a ser quienes somos aquí y ahora. Considerarnos superiores sólo porque nuestras condiciones de vida son mejores ( en nuestra parte del mundo ), somos más longevos y tenemos un acceso a la información que antes no existía, me parece prepotente y presuntuoso. Esto, como la propia historia demuestra, no es algo nuevo.
Hubo épocas, por dar un ejemplo, donde los mapas occidentales registraban en Finisterre el fin de mundo conocido: más allá, sólo había fuego, dragones y monstruos, algo que debía dar verdadero pavor. El tiempo y la loca aventura de quienes arriesgaron su vida por la gloria de descubrir otras tierras, demostraron que Finis Terrae no era tal. Haber acabado este diario me hace sentir un poco ese vértigo de navegar sin rumbo en los límites de mi mundo conocido.
Si miro hacia atrás siento que le debo mucho a mi pasado porque no he hecho sino aprender de él, de las personas y situaciones que han llevado a esa Laura del 7 de abril de 2021 a convertirse en esta Laura del 8 de julio de 2024. He aprendido tanto en el camino que me sorprendo al igual que lo hice cuando escuché por primera vez hablar del pecio de Antikythera y los tesoros que escondía, pero lo hago desde la humildad de saber dónde estaba entonces y donde me encuentro ahora, sin sentirme superior por tener un conocimiento que antes no tenía.
Se abre ante mí un mundo de infinitas posibilidades que tengo que aprender a cartografiar. A pesar de que esto pueda dar mucho miedo, te animo a que tu también inicies un apasionante viaje a tu pasado, a que lo veas como un cofre cargado de fortuna en forma de lecciones de vida, de piedras preciosas y monedas de oro que reflejen tu luz y que seas capaz de apreciar que las marcas de otros tiempos, de otras versiones de ti nunca te van a abandonar, sino que las podrás celebrar dentro de ese cofre del tesoro que eres tú.
Desde el corazón,
Laura