Hay momentos en que siento que no existo. Porque todo lo que me rodea en esta realidad que habito me resulta ajeno. Aquí no comprendo a estos seres con los que comparto espacio/tiempo, y me abruma vivir en un lugar al que ya no siento pertenecer, en una vida que me aprieta y se me ha quedado pequeña. No por ser poca cosa, sino porque los pliegues de mi piel se salen por las costuras.
Así que pienso, si esta realidad en la que estoy no me pertenece, no es la realidad que me expande, es que no existo. ¿Tiene eso sentido? Es un estar sin ser. Es una sombra de una vida que será o que pudo ser. Y en medio de tanto caos, ¿donde quedo yo?
Suele ocurrir que cuando siento que no existo, me atrapa un sensación de ingravidez, como si flotase y sólo el ruido y la inercia me sostuviesen aquí, evitasen que me evaporase y volara a una realidad que pueda descifrar.
Ahí siento que me expando, que viajo por unos segundos e imagino ese espacio amable; luego aterrizo para sentir que no soy de la misma especie de todos esos que caminan, miran, conducen, discuten, beben, se enfrentan por nimiedades que no valen una vida. Atrapada en una vorágine de estupidez tecnológica profunda que me nubla la vista y tan pesada que me ata y encadena a esa existencia irreal.
¿Porque qué hago yo aquí? En esas veces en las que siento que no existo, pienso que vengo de otro planeta y he tenido la capacidad de adaptarme a la especie preponderante y más depredadora de la cadena trófica. Porque si ser humano es esto, prefiero pensar que no existo, y sentir que vengo de las estrellas.
Prefiero imaginar que soy el polvo espacial de una supernova que explotó de amor y amabilidad contenida con la única función de rociar la Tierra, a millones de años luz. Y soy una mota de esa sustancia que viajó demasiado pronto, o quizá no era aquí a donde debía llegar.
¿Sería otro planeta, me equivocaría de galaxia, de universo, de dimensión? Un espacio/tiempo donde no se cometerían tantas atrocidades, donde reinaría la paz, y donde la amabilidad es la columna vertebral de la especie reinante. Donde el amor por el entorno y los otros seres ilumina el horizonte y la vida.
A veces siento que no existo en esta realidad, porque vivir a diario en esta pesadilla de maldad, crueldad, violencia y destrucción liderada por seres despiadados y soberanamente ignorantes de las necesidades de las almas humanas a mí se me hace insoportable.
Me gustaría pensar que somos más, los supervivientes de aquella supernova cuya misión era rescatar a la tierra de su propia destrucción. A veces, sin embargo, la luz no es suficiente para alumbrar tanta oscuridad.
Desde el corazón,
Laura
La luz se abre paso en la oscuridad y es cuando los seres de luz cobran su protagonismo. Eres polvo de 👼!!
Laura 💗 acabo de leer esta carta, que preciosa y que profunda. Me hizo mucho acuerdo a un libro que leí en mi adolescencia que se llama Amy, el niño de las estrellas ✨ gracias! Resueno en cada palabra.